martes, 15 de febrero de 2011

Relieve y aguas

El relieve de Seseña se articula fundamentalmente a través de dos superficies más o menos llanas pero de distinto nivel: las vegas y los llanos. Ambas quedan separadas por laderas de elevada pendiente, los cerros de yeso, que confieren a la zona de contacto un aspecto montuoso. La horizontalidad que caracteriza a los llanos de Seseña, se pierde hacia el noroeste (zona de El Caño), donde predominan las calizas y margas blancas. Aquí el terreno es más ondulado, coincidiendo también con el inicio de la cuenca vertiente del Arroyo de Seseña. En el límite norte del municipio estos terrenos blancos contactan con las cotas mayores de la zona, situadas en los Cerros de Valdemoro (Espartinas, 714 m). La distribución de vegas y llanos queda determinada por la red hidrográfica, en la que destacan Tajo y Jarama, en torno a cuyos cursos se sitúan los valles más anchos. A la altura de Aranjuez, donde el Jarama desemboca en el Tajo, la anchura de la vega supera los 3 kilómetros; en el Puente Largo, la vega del Jarama presenta una anchura de 2 kilómetros aproximadamente.


El río Jarama sirve prácticamente de límite este al municipio en 9,5 kilómetros, mientras que el Tajo apenas discurre por 2 kilómetros en el término de Seseña. Ambos poseen las características típicas del tramo medio de los grandes ríos españoles. La circulación del agua es lenta, llevando gran cantidad de materiales en suspensión, lo que vuelve las aguas turbias. El tipo de materiales arrastrados es normalmente de pequeño tamaño (arenas y arcillas). En la actualidad la dinámica de estos ríos está muy modificada por la gran cantidad de embalses existentes en la parte alta de su curso, dedicados a abastecer a la gran urbe madrileña y toda su área metropolitana. Una de las consecuencias de esta regulación es la regularización del caudal, con la desaparición de las crecidas y desbordes del río, tan frecuentes en el pasado.
El siguiente curso de agua en importancia, el Arroyo de Seseña, con unos 14 kilómetros de recorrido, es mucho más modesto, aunque también debió presentar fenómenos de desbordamiento y formación de charcas laterales antes del ahondamiento artificial de su cauce en los años 70. Esto ocasionó un descenso del nivel de las aguas subterráneas. La desnaturalización completa del arroyo se produce tras convertirse en colector de las aguas fecales del alcantarillado del municipio, realizado también por las mismas fechas. Finalmente, existen valles de escasa longitud, con arroyos de circulación estacional, que diseccionan las mesas y contribuyen a generar una mayor diversidad en el relieve. El más importante es el Arroyo de Vallegrande, con 3,5 kilómetros desde su nacimiento hasta el escarpe de las cuestas yesíferas.
Fuera del ámbito de ríos y arroyos no existen en la actualidad lagunas o charcas naturales de importancia. Sin embargo en todas las zonas de escasa pendiente, tanto en las llanuras arcillosas, como en las campiñas margo-calizas, existen áreas ligeramente hundidas, donde el agua de lluvia se acumula temporalmente. Estas zonas debieron ser mucho más abundantes en el pasado, pero el allanamiento del terreno por las labores agrícolas, debió hacer desaparecer muchas de estas pequeñas depresiones.
  
Algunos paisajes representativos de Seseña:
- Cerros de yeso de la zona de Vallegrande, con una vegetación muy pobre que apenas cubre el suelo formada por tomillos, esparto y jabonera.
- Campiñas de cereal de la zona de los Llanos (entre Seseña Viejo y Seseña Nuevo), con filas de almendros al fondo
- Campiñas calcáreas onduladas de la zona de El Caño, donde alternan campos de cereal, olivos, almendros y algunas zonas de erial sin cultivar.
- Vega del Jarama, con cultivos intensivos de regadío y, en primer plano, una gravera de extracción de áridos.

Las aguas subterráneas, como las superficiales, también se mueven desde las zonas de mayor altitud a las más bajas, pero a una velocidad muchísimo menor. En los cerros de Valdemoro y las campiñas blanquecinas margo-calizas el agua infiltrada da origen a distintos manantiales, destacando dos de ellos. Uno se sitúa a unos dos kilómetros y medio al norte del casco urbano de Seseña Viejo y se denomina Manantial del Arca. Se trata del manantial que ha abastecido hasta tiempos recientes al municipio. El otro manantial está en Torrejón de Velasco y es conocido como Fuente de la Teja. El nivel freático es alto en todo el valle del Arroyo de Seseña, como prueba la existencia de distintos pozos para el riego de huertas. En los cerros de yeso las aguas surgen a distintas alturas en las laderas y también en la cabecera de los valles. En algunas áreas más deprimidas de los llanos el nivel freático se sitúa más próximo a la superficie, lo que se aprovechó en el pasado para la construcción de pozos. Así sucede en el paraje de la Pobeda (finca de Valdecabañas), nombre con referencia a especies propias de las riberas, los chopos, que en latín son denominados pobos. Esta referencia a especies ribereñas se repite en el cercano paraje de Los Álamos, en la colindante finca de Los Llanos.
Una de las características principales de las aguas de todos manantiales y fuentes de la zona es su dureza, por la presencia abundante de calcio. Los de la zona yesífera poseen además sales sódicas y magnésicas disueltas. La concentración de estas sales es de tal envergadura en algunos de los manantiales que hizo posible su explotación en el pasado. Así sucedió en las Salinas de Espartinas (en término de Ciempozuelos lindando con Seseña); las Salinillas (entre la Casa de las Bueyerizas y la de Don Jesús del Cerro); y las salinas de Borox localizadas junto al Arroyo de Seseña por el camino de Borox a Aranjuez.

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