Reconstrucción de los bosques primitivos de los cerros de la vega. |
La deforestación y desertización antropogénica se ha verificado, aparte las devastaciones de guerras y otras accidentales: 1) explotando, para el carboneo, yeserías y otros usos industriales y domésticos, la madera y la leña del monte en proporción mucho mayor que su producción natural, que es lenta; 2) roturando para el cultivo extensiones muchísimo mayores que las permanentemente cultivadas.
Esta desertización continúa ante nuestros ojos, exacerbada en el último decenio; y yo mismo la he presenciado y registrado fotográficamente. Primero se enajenan las maderas y leñas; después se contrata el descepe de las matas leñosas; luego se rotura para disfrutar las cosechas extraordinarias (para este clima) que proporcionan en los primeros años las reservas acumuladas en siglos por el monte; y, cuando éstas desaparecen, se abandona la tierra estéril, que las lluvias van descarnando para llevar la obra destructora a otro retazo.
Emilio Huguet del Villar (1925)
De esta forma empezaba el geobotánico Huguet del Villar uno de sus artículos sobre la vegetación del centro de España a comienzos del siglo XX. A diferencia de otros autores anteriores consideraba que la vegetación esteparia de esta zona era fruto de la destrucción del bosque por el hombre, algo que él mismo pudo observar en sus recorridos por el campo. Se trataba de una combinación de sobreexplotación de los recursos del bosque (maderas y leñas fundamentalmente), roturación excesiva y pastoreo abusivo. Esto fue precisamente lo que originó el paisaje estepario que predomina en Seseña y su entorno.